viernes, 13 de febrero de 2009

Don Alvaro Bardón Muñoz (QEPD)

En homenaje a su persona, y condolidos por su sensible fallecimiento, ocurrido el 12 de febrero de 2008 le recordamos don Alvaro:
Estado, Viejo peine
Alvaro Bardón Muñoz
Que los gobernantes abusan con la gente, su dinero y sus derechos, ya estaba claro en el Antiguo Testamento, aunque no lo esté para nuestros políticos, que suben los impuestos y restringen nuestras libertades, siempre con un noble propósito, engañoso y destinado al fracaso.
Dios le dijo a Samuel que "solemnemente prevenga (a los israelitas) y les muestre las formas en que el rey (que solicitan) reinará sobre ellos". El profeta les dijo: "... tomará a vuestros hijos y los pondrá sobre sus carros y entre sus aurigas y los hará correr delante de su carro... les hará labrar sus campos, recolectar sus mieses, fabricar sus armas de guerra y... tomará vuestros mejores campos, viñas y olivares y se los dará a sus servidores..., vuestros mejores bueyes y asnos para emplearlos en sus obras. Diezmará vuestros rebaños y vosotros mismos seréis esclavos suyos. Y aquel día clamaréis a causa del rey que elegisteis".
Bueno, es lo visto por siglos, pero muy particularmente en el XX, de nacionalismos, dictaduras, comunismo y variados socialismos, donde se quitó libertad, propiedad e ingresos, llegando los impuestos a significar más de la mitad de ellos, desde menos del 10 por ciento a comienzos del siglo.
En Chile, desde los años 20 a los años 70, se robó propiedad, libertad e ingresos, y se reguló hasta el pan y el vino, para no hablar de la actividad empresarial, la educación o el trabajo. Esa tendencia totalitaria sólo cambió con Pinochet, cuando se volvió a la propiedad, se desreguló, se bajaron los tributos, se abrió el país y se dejó libre a las personas en los mercados. Luego, desde 1990, con la dictadura de Estado grande, de nuevo a limitar la libertad, que es la base de la felicidad, el amor –como se decía antes– y el progreso material. Siempre con el mismo cuento: la igualdad.


En su nombre se roba propiedad e ingresos y, al final, su distribución sigue como en 1810 o 1990. Y de nuevo nuestros presidenciables vuelven con la cantinela de la "equidad" y los gremios y políticos aplauden, como ciertos curas que, cuando leen las escrituras, se saltan a Samuel.
Lo que sirve a los pobres es el crecimiento, que trae más salarios y empleos, y que sólo se logra en un ambiente de apertura y libertad, y no con más leyes y Estado, como se aprecia en la educación, cada vez peor a pesar del enorme gasto público, las solemnes declaraciones de los "expertos" y la reforma continua desde 1990, o un siglo antes.

Obvio, la planificación económica nunca ha funcionado y los controles e impuestos sólo limitan el emprendimiento personal -que es el progreso-, la competencia -que es la calidad-, y la libertad -que es la innovación.
Chile creció bien, hasta que a fines de los años 90 volvieron las regulaciones, los tributos al alza y variadas agencias públicas de demagogia, tipo Sernac, Conadi y Sesma, sólo útiles para promover candidatos con nuestro dinero. Después de cinco años malos, ahora estamos bien. No es por desmerecer, ¡pero hasta América Latina está creciendo! Lo que debiera importar es cómo seguimos y por qué estamos tan lejos de un ingreso per capita de 35 mil dólares. Con más libertad, apertura y propiedad, y con menos Estado y regulaciones represivas –como las educacionales, de drogas y discotecas, laborales o energéticas–, seríamos desarrollados. Con la demagogia redistributiva de gobierno gastador, de puestos, dinero y propuestas para los amigos, y de precios de castigo para pobres en favor de grupos de interés, seguiremos en con ingresos de 5 o 6 mil dólares anuales.
Como diría el profeta: Estado, ¡Eres un peine; y viejo, además!

Columna publicada el 03-02-2005

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